Fotografía © TELEPRENSA
El espectáculo dado por los trabajadores del puerto el pasado viernes no es propio de democracias asentadas como la nuestra sino más bien de repúblicas bananeras al estilo cubano, aunque en ese caso ir en contra del régimen costaría años de cárcel.
Lo más gracioso del asunto es que el procurador del asentamiento portuario, enviado directamente desde Itálica, se lava las manos diciendo no saber nada de lo ocurrido a pesar de ser el máximo responsable de los agitadores presentes en el pleno municipal.
Poner a este sujeto al frente de la alcaldía capitalina puede ser un verdadero desastre, lo ha demostrado en los últimos meses. Al dirigente socialista cuando no se le desmadra el puerto, son los trabajadores aunque permítanme expresar lo que piensan la mayoría de los almerienses, Nono está mintiendo al decir que desconocía los planes de sus "curritos".
No existe razón alguna para que estas personas interrumpan el normal discurrir del acto que decide el devenir de la ciudad. El traslado del botellón al puerto no supondría una carga extra de trabajo para estas personas, ya que como bien ha anunciado el consistorio asumirá, tanto logística como económicamente, todo aquellas tareas derivadas de dicho cambio.
Como bien dice el refranero español, piensa mal y acertarás, no sería extrañar que algún mando intermedio previa entrevista con "la máxima autoridad" aconsejará a los trabajadores ir a montar el pollo al Palacio de los Marqueses de Cabra, increíble el seguidismo que se puede llegar a dar en estos pesebres...