
No han sido pocas las voces que se han alzado contra tan loca atribución, aludiendo tanto a la universalidad del flamenco como a la necesidad de evitar enredos legales en un texto que debería representar las voluntades y necesidades del pueblo andaluz. Un articulado así, sólo conseguirá que un estatuto de mínimos sea visto como texto para la mofa y escarnio general.
Pero ya puestos a pedir, quizás los almerienses deberíamos manifestarnos en pos de la "provincialización" de las tapas, haciéndonos con el control de tan característico signo gastronómico y cobrando una tasa especial a aquellas provincias que osen copiarlo, incluso podríamos ir más allá y al estilo ChaveZ nacionalizar ciertas cadenas de bares...