La postura adoptada por ciertos sectores de la vida política municipal respecto al tema de la urbanización de “Las Salinas”, es una muestra del grado de hipocresía que pueden llegar a alcanzar algunos en época electoral.
Aunque parezca mentira, los mismos que aspiran a obtener representación pública en el municipio, son los que quieren decretar el punto final de su desarrollo. A pesar de su ideología, quieren imponer que solo unos pocos tengan el privilegio de ser roqueteros, pasando por alto que si se hubieran mantenido estos criterios a lo largo de la historia del municipio, ni ellos mismos, ni mis padres y por extensión el que suscribe, estarían hoy aquí.
Haciendo un ejercicio de historia-ficción, si se hubieran mantenido premisas así en la época de pre-colonización (aunque por desgracia nadie podía opinar nada por entonces), es probable que hoy Roquetas fuese un pueblo sumido en la miseria, en el caso de que quedara alguien por aquí, sería trabajando en el único sector productivo existente, la pesca. No queremos cambiar el erial en el que vivimos por calles, habrían dicho por entonces.
También los colonos podrían haber adoptado la misma postura, nos conformamos con lo que tenemos, no queremos cambiar el erial en que acaban nuestras calles por más casas, entonces ahora el 90% de los que hoy somos roqueteros, no lo seríamos.
Estrechamente relacionada con la cuestión poblacional, está la cuestión económica; imagínese el lector que nos hubieran gobernado personajes así en momentos claves para el desarrollo de nuestra economía, habrían dicho “no queremos plástico en nuestro municipio”, “no queremos hoteles”, ¿Qué sería de Roquetas ahora?
¡Burbuja inmobiliaria! Claman a los cuatros vientos, mientras su máximo dirigente en Andalucía ha dicho que va a presentar un plan para crear 500.000 puestos de trabajo, precisamente en el sector de la construcción ¿paradójico verdad?
No seré yo el que niegue la necesidad de cambiar el modelo productivo en España, pero ni esto se puede hacer de un día para otro (menos con el gobierno que tenemos), ni está al alcance de las administraciones locales realizarlo.
Los buenos dirigentes son los que saben ver más allá de las próximas elecciones. Es obvio que hemos vivido una época donde el precio de la vivienda ha alcanzado valores inasumibles para la mayoría de los ciudadanos. Con la bajada en el precio de la vivienda, paulatinamente nos acercamos al cruce entre las curvas de oferta y demanda; tan endebles son sus argumentos, que si se decidiera no poner a disposición del mercado nuevas zonas de expansión, el único logro que obtendríamos sería alimentar una “miniburbuja”, los precios volverían a escalar sin freno por la escasez de oferta.
Ir por delante de las necesidades de un municipio es sinónimo de buena gestión, “Las Salinas” terminará por articular el término municipal, creará puestos de trabajo no sólo durante su construcción, dará cabida a nuevos roqueteros y pondrá a disposición de todos nosotros nuevas zonas de esparcimiento. En definitiva, una oportunidad para Roquetas de Mar, para los que ahora son sus habitantes y para los que lo serán en los próximos años.